martes, 13 de mayo de 2008

Los nuevos genios 'Latournianos'

A partir de los conceptos de modernidad e híbridos tratados por Bruno Latour nos encontramos con varias experiencias que justifican sus ideales dentro de la dinámica entre ciencia, tecnología y sociedad.
Cuando habla de moderno, Latour se refiere a aquellos que atribuyen la superioridad intelectual de lo científico por sobre otros conocimientos. No se dan cuenta que su área de conocimiento también interviene en lo social. Para Latour, los modernos son los que creen en la neutralidad, la objetividad, el ideal de progreso y que sobretodo priorizan sobre las actividades tecno-científicas. En contraposición, desarrolló la idea de los a-modernos, las personas conscientes de que hay una mezcla posible entre las creencias, los saberes prácticos, los criterios estéticos; Los respetuosos con la propia cultura y la de los demás. A partir de esta articulación de los distintos elementos, se genera una simetría perfecta, una dialéctica como forma para analizar los hechos culturales y sociales. Un caso ejemplar es la caída del muro de Berlín, la cual implicó un cambio radical en la economía dándole lugar al capitalismo y al desarrollo del liberalismo. Pero a su vez, no se contempló sólo el aspecto económico ya que también fue parte de grandes cambios sociales y adaptaciones culturales, más que nada del lado de la Alemania comunista. Este concepto de mezclar las distintas ramas del conocimiento sobretodo entre lo natural y lo cultural, Latour lo denomina: los híbridos. Dice que en la ecósfera hay proliferación de híbridos, como serían las computadoras, los microchips, el virus HIV, notas periodísticas. Una serie de elementos propios de cada época que incluyen a la población. Ahí es donde encontramos esta fusión entre la cultura y la naturaleza que ya a esta altura alcanza todos los espacios, tal como el ejemplo que da Latour al leer el periódico. Para ello, lo que Latour propone es ‘atar el nudo gordiano’, unir el corte que separa el conocimiento exacto del ejercicio del poder o mejor dicho, la cultura y la naturaleza.
Un muy buen ejemplo que sigue la línea de Latour es Eduardo Kac.
Eduardo Kac es un artista brasilero que basa sus obras en la idea de los híbridos. En otras palabras, busca borrar la frontera entre máquina, hombre y animal. Para ello cambió los medios consagrados del arte por la genética, la etología cognitiva y las computadoras. Entre sus obras se encuentran: una planta mutante que lleva tres meses creciendo en la Facultad de Agronomía y que fue modificada en base a un gen sintético creado a partir de la máxima de Descartes: "Pienso luego existo"; "Alba", la coneja transgénica la cual tiene su pelaje flúo a partir del modificaciones genéticas; y hasta él mismo, quien se insertó un chip en la pantorrilla, el cual tiene un número que sirve para encontrar a un animal perdido. Así fue que Kac se registró como dueño y animal al mismo tiempo. Defiende sus obras como dialógicas, obras que intentan romper con la idea de que el artista genera objetos. “Así, la relación entre el artista y la obra puede ser una relación de seres vivos. Por eso mi trabajo incluye animales y plantas”, dice Kac. Esta nueva forma de expresión del arte se expande cada vez más con artistas de todo el mundo, aprovechando desde la crisis de la ecología y los efectos del consumismo hasta el simple hecho de experimentar con el avanzado desarrollo de la genética. Hay que estar atentos para ver con que nueva idea nos sorprenden estos genios ‘latourianos’.

Carolina Schraiber

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