¿Qué significa ser moderno? Muchas veces creemos conocer el significado de algunos términos, como el concepto de modernidad, pero a la hora de definirlos, las palabras se escurren y no encontramos una adecuada explicación para ellos.
A través del análisis del texto de Bruno Latour, Nunca fuimos modernos (2007), comprendemos que existe más de una definición para lo que se considera moderno: por un lado, se trata de un sistema que modifica lo anterior y se opone a lo estable, una fractura que inaugura un nuevo tiempo; por otro lado, se refiere a una lucha entre ganadores y perdedores, o Modernos y Antiguos, en términos de Latour.
Este autor plantea una crítica hacia los modernos por la separación que éstos realizan entre el hombre y la naturaleza (aíslan al sujeto de su entorno), y propone reflexionar sobre el pensamiento de modernidad en la ciencia y la tecnología.
Lo moderno, además, comporta dos conjuntos de prácticas: las prácticas por traducción y por purificación. La primera, está compuesta por seres diferentes, híbridos, donde se produce la combinación entre lo natural y lo cultural; la segunda, crea dos ámbitos bien diferenciados entre sí: lo humano y lo no humano. Ésta última práctica concierne a lo que el autor denomina “crítica”, entendiendo por tal la segmentación de los estudios científicos en tres conjuntos: la naturalización (hechos), la socialización (poder de la sociedad) y la deconstrucción (discurso), que no se pueden combinar entre ellos (es decir que, por ejemplo, en los hechos naturalizados no hay sociedad y discurso).
El conjunto de prácticas por traducción corresponde a las redes. Latour presenta el ejemplo de la madeja de hilo de Ariadna como una metáfora para explicar el concepto de redes, donde los hilos establecen relaciones entre ámbitos como la política, la economía, la ciencia, la sociedad, la técnica y la religión. El autor advierte que continuamente se pueden encontrar artículos híbridos en los diarios, es decir, donde se mezcla la cultura y la naturaleza permanentemente, y donde la ciencia y la política, junto con los otros ámbitos mencionados se hallan “comprometidos en la misma historia”.
El concepto de híbridos es sumamente interesante, en especial cuando se ve su aplicación en obras de arte de artistas que conjugan a la perfección el componente cultural con lo propio de la naturaleza. Entre estos geniales creadores, se destacan las labores de Nicola Constantino, Mariano Sardón y Eduardo Kac. Acerca de este último, su visita a nuestro país en 2006 con motivo de la exposición de cuatro de sus grandes obras en la Fundación Telefónica generó una gran expectativa.
En una nota que concedió al diario Clarín, se destaca que se trata de un artista que “busca borrar la frontera entre hombre, máquina y animal”; de este modo, todas sus obras se encuentran dentro de un marco tecnológico, aplicando las mismas técnicas que utilizan los científicos, como la manipulación genética, a plantas, animales y bacterias.
Kac fue el autor de la planta mutante que respetaba la máxima de Descartes: "Pienso luego existo"; se trataba de la transferencia o implantación de un gen sintético a la planta a través del arte transgénico o bio arte. También fue el responsable de que un conejo, Alba, pudiese irradiar una luz de color verde mediante un proceso de manipulación genética, en el que le fueron introducidas moléculas de medusa.
Al leer su biografía en su página web, resulta atractivo el hecho de que este artista “explora las conexiones entre lo físico y lo virtual, entre lo biológico y lo tecnológico, con el fin de romper fronteras y entrar en una nueva ecología de lo híbrido”, advirtiéndose así el aspecto dialógico de sus obras. De esta manera, él trabaja constantemente con híbridos, en un entorno natural- cultural, donde a los elementos propios de la naturaleza, como la planta y el conejo, se ven modificados por la ingeniería genética. En este caso la relación obra- artista se trata de una relación entre seres vivos, lo que implica para Kac una reformulación de la idea de arte.
Ahora bien, esta redefinición de lo que comúnmente conocemos por arte, ¿no supone el replanteo de sus límites y su vinculación con la ética, dado que manipula la información genética de seres vivos? Dentro de la modernidad, donde los hilos de la “madeja” se relacionan de diferentes maneras, es casi inevitable que la combinación entre la naturaleza y la cultura traiga aparejada controversias y polémicas y que surjan cuestionamientos en torno al concepto de ética.
María Guadalupe Gabancho.
martes, 13 de mayo de 2008
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