martes, 20 de mayo de 2008

Eduardo Kac y Bruno Latour: los a-modernos

Eduardo Kac, en la entrevista publicada por el diario Clarín, se define como un artista que buscar borrar las fronteras entre hombre, maquina y animal. También, establece una conexión especial entre el artista y su obra, la relación de seres vivos. Por eso, la mayoría de sus trabajos incluyen animales y plantas.
Entre las obras reconocidas de Kac y las teorías desarrolladas por Bruno Latour se observa una correspondencia de criterios. Latour en su ensayo, Nunca fuimos modernos, estudia la relación que existe entre la ciencia, la tecnología (elemento propio de la actualidad) y la sociedad. Es decir, contempla a la ciencia y a la tecnología como un producto social integrado por los humanos y los no humanos. Por humanos se entiende que hace referencia a los hombres, a los creadores y, cuando habla de no humanos, pone atención a cualquier objeto que tenga contacto con el ser humano o al entorno que lo rodea.
Al establecer que la ciencia es un conocimiento que no solo tiene validez en el ámbito científico sino que, también, se puede utilizar en otros ámbitos o disciplinas, evitando la separación, se acerca mucho a la perspectiva de Kac. En este sentido, Eduardo Kac utiliza materiales o elementos propios de la ciencia o de un laboratorio científico y los aplica en los seres vivios, ya sea en animales, plantas o humanos. Por ejemplo, una planta mutante que lleva tres meses creciendo en la Facultad de Agronomía fue modificada en base a un gen sintético. Otro caso es Alba, el conejo trangénico que se vuelve flúo con la luz. Ambas obras permiten ver claramente las relaciones que este artista establece entre lo natural y lo no natural, entre lo vivo y lo no vivo. Esto es posible porque vivimos en un entorno cultural y natural por eso, como dice Latour, la realidad no puede ser fragmentada sino que las distintas variables, posturas o disciplinas deben ser integradas porque todas existen.
Por lo tanto, Eduardo Kac (artista) y Bruno Latour (filósofo y antropólogo) pertenecen o se ubican en lo que éste ultimo denomina los a-modernos. A diferencia de los modernos, que establecen fronteras, no integran los conocimientos y realizan una especial valoración en el área científica, los a-modernos tienen una idea de progreso ya que intentan y logran integrar los conocimientos que intervienen en la naturaleza, la ciencia, la cultura y la sociedad.

Noelia Velayos.

martes, 13 de mayo de 2008

“Guerra de las ciencias”

El texto de Latour nos intenta marcar la clara diferencia entre los modernos y los a-modernos. Caracteriza estas dos posturas diferenciándola principalmente a partir del concepto de híbrido, lo cual define como la mezcla entre lo cultural y natural, estudiando dinámica entre ciencia, tecnología y sociedad.
Para Latour el término moderno es un régimen nuevo. Tienen como principios lo científico por sobre otros conocimientos, la objetividad y la neutralidad. Los modernos han cortado el nudo Gordiano: por un lado, el conocimiento de las cosas y, por el otro, el interés, el poder, la política. A mi entender, lo que ha hecho Latour es una división: Los analistas y científicos, forman parte de los modernos y los sociólogos, antropólogos, historiadores, economistas, pilitólogos, filósofos como los a-modernos. Ellos son, como nos dice Latour los que tienen como objetivo “volver a atar el nudo Gordiano, atravesando , tantas veces como hace falta, el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio de poder, digamos la naturaleza y la cultura”[1]. Son ellos, los a-modernos, los respetuosos con su propia cultura y con la de los demás y los que mezclan distintas creencias, criterios estéticos y saberes prácticos.
Latour plantea claramente su posición cuando dice: “Es evidente que nuestra vida intelectual está muy mal hecha”[2]
Pondremos como ejemplo de lo planteado por Latour a Eduardo Kac, el cual en una entrevista nos habla de su relación con la obra como una relación entre seres vivos, por lo cual su trabajo incluye animales y plantas. Defiende sus obras como dialógicas, obras que intentan romper con la idea de que el artista genera objetos (podemos relacionar esto último dicho, con uno de los malos entendidos que se le plantea a Latour: No habla de las cosas en sí sino de la representación de los textos, objetos, cosas)
Eduardo Kac busca borrar la frontera entre máquina, hombre y animal. Para ello cambió los medios consagrados del arte por la genética, la etología cognitiva y las computadoras. Entre sus obras se encuentran: una planta mutante que lleva tres meses creciendo en la Facultad de Agronomía y que fue modificada en base a un gen sintético creado a partir de la máxima de Descartes: "Pienso luego existo"; "Alba", la coneja transgénica la cual tiene su pelaje flúo a partir del modificaciones genéticas; y hasta él mismo, quien se insertó un chip en la pantorrilla, el cual tiene un número que sirve para encontrar a un animal perdido. En el texto de Paula Sibilia[3] se menciona una cita de Eduardo Kac: “Los procesos biológicos se han vuelto programables; ahora también son capaces de almacenar y procesar datos de manera que no difieren tanto de las computadoras digitales”.
En su texto, Latour plantea que la fusión entre cultura y naturaleza ha alcanzado todos los espacios, incluso el periódico como nos da de ejemplo, en el arte también como vemos, ha tomado el territorio.

[1] Latour, Bruno. Nunca Fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica. Pág. 17
[2] Latour, Bruno, op. Cit. Pág. 20
[3] Sibilia, Paula (2005) El Hombre postorgánico. Pág. 69


Denise Rodríguez

Modernos, híbridos y arte transgénico

¿Qué significa ser moderno? Muchas veces creemos conocer el significado de algunos términos, como el concepto de modernidad, pero a la hora de definirlos, las palabras se escurren y no encontramos una adecuada explicación para ellos.
A través del análisis del texto de Bruno Latour, Nunca fuimos modernos (2007), comprendemos que existe más de una definición para lo que se considera moderno: por un lado, se trata de un sistema que modifica lo anterior y se opone a lo estable, una fractura que inaugura un nuevo tiempo; por otro lado, se refiere a una lucha entre ganadores y perdedores, o Modernos y Antiguos, en términos de Latour.
Este autor plantea una crítica hacia los modernos por la separación que éstos realizan entre el hombre y la naturaleza (aíslan al sujeto de su entorno), y propone reflexionar sobre el pensamiento de modernidad en la ciencia y la tecnología.
Lo moderno, además, comporta dos conjuntos de prácticas: las prácticas por traducción y por purificación. La primera, está compuesta por seres diferentes, híbridos, donde se produce la combinación entre lo natural y lo cultural; la segunda, crea dos ámbitos bien diferenciados entre sí: lo humano y lo no humano. Ésta última práctica concierne a lo que el autor denomina “crítica”, entendiendo por tal la segmentación de los estudios científicos en tres conjuntos: la naturalización (hechos), la socialización (poder de la sociedad) y la deconstrucción (discurso), que no se pueden combinar entre ellos (es decir que, por ejemplo, en los hechos naturalizados no hay sociedad y discurso).
El conjunto de prácticas por traducción corresponde a las redes. Latour presenta el ejemplo de la madeja de hilo de Ariadna como una metáfora para explicar el concepto de redes, donde los hilos establecen relaciones entre ámbitos como la política, la economía, la ciencia, la sociedad, la técnica y la religión. El autor advierte que continuamente se pueden encontrar artículos híbridos en los diarios, es decir, donde se mezcla la cultura y la naturaleza permanentemente, y donde la ciencia y la política, junto con los otros ámbitos mencionados se hallan “comprometidos en la misma historia”.
El concepto de híbridos es sumamente interesante, en especial cuando se ve su aplicación en obras de arte de artistas que conjugan a la perfección el componente cultural con lo propio de la naturaleza. Entre estos geniales creadores, se destacan las labores de Nicola Constantino, Mariano Sardón y Eduardo Kac. Acerca de este último, su visita a nuestro país en 2006 con motivo de la exposición de cuatro de sus grandes obras en la Fundación Telefónica generó una gran expectativa.
En una nota que concedió al diario Clarín, se destaca que se trata de un artista que “busca borrar la frontera entre hombre, máquina y animal”; de este modo, todas sus obras se encuentran dentro de un marco tecnológico, aplicando las mismas técnicas que utilizan los científicos, como la manipulación genética, a plantas, animales y bacterias.
Kac fue el autor de la planta mutante que respetaba la máxima de Descartes: "Pienso luego existo"; se trataba de la transferencia o implantación de un gen sintético a la planta a través del arte transgénico o bio arte. También fue el responsable de que un conejo, Alba, pudiese irradiar una luz de color verde mediante un proceso de manipulación genética, en el que le fueron introducidas moléculas de medusa.
Al leer su biografía en su página web, resulta atractivo el hecho de que este artista “explora las conexiones entre lo físico y lo virtual, entre lo biológico y lo tecnológico, con el fin de romper fronteras y entrar en una nueva ecología de lo híbrido”, advirtiéndose así el aspecto dialógico de sus obras. De esta manera, él trabaja constantemente con híbridos, en un entorno natural- cultural, donde a los elementos propios de la naturaleza, como la planta y el conejo, se ven modificados por la ingeniería genética. En este caso la relación obra- artista se trata de una relación entre seres vivos, lo que implica para Kac una reformulación de la idea de arte.
Ahora bien, esta redefinición de lo que comúnmente conocemos por arte, ¿no supone el replanteo de sus límites y su vinculación con la ética, dado que manipula la información genética de seres vivos? Dentro de la modernidad, donde los hilos de la “madeja” se relacionan de diferentes maneras, es casi inevitable que la combinación entre la naturaleza y la cultura traiga aparejada controversias y polémicas y que surjan cuestionamientos en torno al concepto de ética.

María Guadalupe Gabancho.

Los nuevos genios 'Latournianos'

A partir de los conceptos de modernidad e híbridos tratados por Bruno Latour nos encontramos con varias experiencias que justifican sus ideales dentro de la dinámica entre ciencia, tecnología y sociedad.
Cuando habla de moderno, Latour se refiere a aquellos que atribuyen la superioridad intelectual de lo científico por sobre otros conocimientos. No se dan cuenta que su área de conocimiento también interviene en lo social. Para Latour, los modernos son los que creen en la neutralidad, la objetividad, el ideal de progreso y que sobretodo priorizan sobre las actividades tecno-científicas. En contraposición, desarrolló la idea de los a-modernos, las personas conscientes de que hay una mezcla posible entre las creencias, los saberes prácticos, los criterios estéticos; Los respetuosos con la propia cultura y la de los demás. A partir de esta articulación de los distintos elementos, se genera una simetría perfecta, una dialéctica como forma para analizar los hechos culturales y sociales. Un caso ejemplar es la caída del muro de Berlín, la cual implicó un cambio radical en la economía dándole lugar al capitalismo y al desarrollo del liberalismo. Pero a su vez, no se contempló sólo el aspecto económico ya que también fue parte de grandes cambios sociales y adaptaciones culturales, más que nada del lado de la Alemania comunista. Este concepto de mezclar las distintas ramas del conocimiento sobretodo entre lo natural y lo cultural, Latour lo denomina: los híbridos. Dice que en la ecósfera hay proliferación de híbridos, como serían las computadoras, los microchips, el virus HIV, notas periodísticas. Una serie de elementos propios de cada época que incluyen a la población. Ahí es donde encontramos esta fusión entre la cultura y la naturaleza que ya a esta altura alcanza todos los espacios, tal como el ejemplo que da Latour al leer el periódico. Para ello, lo que Latour propone es ‘atar el nudo gordiano’, unir el corte que separa el conocimiento exacto del ejercicio del poder o mejor dicho, la cultura y la naturaleza.
Un muy buen ejemplo que sigue la línea de Latour es Eduardo Kac.
Eduardo Kac es un artista brasilero que basa sus obras en la idea de los híbridos. En otras palabras, busca borrar la frontera entre máquina, hombre y animal. Para ello cambió los medios consagrados del arte por la genética, la etología cognitiva y las computadoras. Entre sus obras se encuentran: una planta mutante que lleva tres meses creciendo en la Facultad de Agronomía y que fue modificada en base a un gen sintético creado a partir de la máxima de Descartes: "Pienso luego existo"; "Alba", la coneja transgénica la cual tiene su pelaje flúo a partir del modificaciones genéticas; y hasta él mismo, quien se insertó un chip en la pantorrilla, el cual tiene un número que sirve para encontrar a un animal perdido. Así fue que Kac se registró como dueño y animal al mismo tiempo. Defiende sus obras como dialógicas, obras que intentan romper con la idea de que el artista genera objetos. “Así, la relación entre el artista y la obra puede ser una relación de seres vivos. Por eso mi trabajo incluye animales y plantas”, dice Kac. Esta nueva forma de expresión del arte se expande cada vez más con artistas de todo el mundo, aprovechando desde la crisis de la ecología y los efectos del consumismo hasta el simple hecho de experimentar con el avanzado desarrollo de la genética. Hay que estar atentos para ver con que nueva idea nos sorprenden estos genios ‘latourianos’.

Carolina Schraiber